
La veleta que marca la dirección del viento se cayó. Tenía dos remaches, se rompió uno de ellos y el otro no aguantó y finalmente acabó por caer y romperse. ¡Ya no me acuerdo ni de cuantos meses atrás estoy hablando! sólo se la agonía que llevo encima desde entonces por volver a ponerla.
No es algo imprescindible, pero facilita mucho la navegación, marca el lugar de donde viene el viento y aunque debo reconocer que me ha venido bien aprender a navegar sin ella, pienso que es muy cómoda y para quien quiere aprender le facilita mucho la visualización.
Ha habido un par de problemas para colocarla… el primero: ¡¡¡mi vértigo!!!! y el segundo y más importante la difícil utilización de una remachadora ahí arriba en esa posición. Hay que hacer mucha fuerza en una postura que no lo permite…. al menos a mi.
¡¡¡¡Pero hay que buscar soluciones a medida!!!! así que pensé que con un par de tornillos podría valer, pero claro, el motivo del remache era que el acceso al tornillo por la parte de abajo era realmente estrecho y dificultoso….. había que idear maneras para hacerlo entrar desde abajo, ya que me parecía más fácil eso que intentar encajar la tuerca, y la distancia al agujero hacía imposible sujetarlo con cualquier alicate.
El día anterior ideamos una solución y me subí con todo preparado para conseguir el objetivo.


El motivo de este post es un poco la suma de sensaciones que tuve ayer mientras la colocaba. que, como siempre, me gusta trasladarlas a la vida.
La primera de las lecciones es que muchas veces necesitas ayuda. y que hay que saber pedirla, y que hay que agradecerla enormemente cuando te la dan. Que los amigos son una de las mejores cosas que nos regala la vida y que una alegría compartida siempre es mayor.
Gracias a Javi Peña, de academia náutica As de Guía. No sólo por subirme al palo y darme un par de consejos en el modo de trabajo ahí arriba, gracias sobre todo porque si no es por tus palabras no lo consigo.
Y es que me oí a mi misma diciendo en alto : «No voy a poder» y entonces me echó la bronca, y me dijo muy serio y casi enfadado «nunca digas no voy a poder» un marinero nunca puede decir eso, sino «a ver cómo lo logro» no existe un NO y buscarás y encontrarás la manera de ponerla.
Me pasé colgada ahí arriba 20 minutos, y me dolían las piernas por el arnés y me dolía también la frustración de cada intento, pero cada vez que me rondaba por la cabeza el «no puedo» lo apartaba de mi mente corriendo para pensar en una solución.
La perseverancia es imprescindible cuando queremos algo. No rendirse en el intento y continuar cada vez con la misma entrega, sin dejarse abatir por los problemas que van surgiendo, la frustración no sirve para nada más que para restarnos fuerzas y limitarnos.
Somos mucho más poderosos de lo que nos imaginamos. Tan sólo hay que tener claro que SÍ VOY A PODER.
6 meses después, la veleta está firmemente sujeta a tope de palo, dispuesta a marcar bien el rumbo 😉

